De pequeño quería ser Thierry Henry. El propio Thierry Henry deseaba ser Thierry Henry. Desde sus zancadas de galgo francés hasta sus pases a la red con el interior. Al palo largo. Siempre. Como si fuera un déjà vu constante. Un sueño del que no te quieres despertar. Cuando marcaba de otra manera te resultaba extraño, como cuando cantas a pleno pulmón tu canción favorita y de repente el artista se equivoca con la letra. Protagonista en el Arsenal de los ‘Invencibles’ y personaje de autor en el ‘Sextete’ del Barça. Estas exorbitantes apariciones en dos de las obras más importantes de la historia del fútbol le convirtieron en un ídolo. Y hora en serio… ¿Quién cojones no ha querido ser alguna vez Thierry Henry?
Todo empezó en el Principado de Mónaco, donde desde siempre se ha fardado de tres cosas: bahías llenas de yates, lujosos casinos y ver por primera vez en el fútbol profesional al bueno de Thierry. En la Costa Azul francesa se desató. Acababa de aprender a caminar y ya estaba corriendo. Recién palpaba por primera vez un esférico y ya estaba marcando. Asombró con sus detalles a una ciudad que está acostumbrada a lo suntuoso. El entrenador del principado, Arsène Wenger, cogió las maletas y se marchó a la Premier League. Tuvo que facturar, ya que las piernas largas de Thierry Henry no cabían en el equipaje de mano.
Con en el pescado vendido en la costa francesa, Henry desembarcó en Inglaterra para enfundarse la elástica del Arsenal. Ahí se escribió una bonita historia llamada los ‘Invencibles’, con Thierry como autor de la novela. El francés fue el comandante que llevó al club gunner a liderar las portadas de los periódicos cada fin de semana. En la temporada 2003/2004 concluyeron la competición liguera con la friolera cantidad de 90 puntos, 26 choques ganados y 12 empatados. Datos para recordar durante décadas en el club inglés. En el otro lado del charco pasó de ser un chavalín con buenos detalles a uno de los mejores delanteros del mundo, nombrado en dos ocasiones el mejor jugador de la Premier.
En el 2007 le esperaba un nuevo capítulo en su trayectoria. La oportunidad de ampliar su palmarés. Un inexperto Pep Guardiola llamó a su puerta y Tití no tardó en contestar. Jugar con Leo Messi y Samuel Eto’o era una historia perfecta para contar en un bar con tus amigos y no la desaprovechó. Todos pensaban que ya estaba acabado, pero esa temporada en el FC Barcelona fue el augurio de que aún le quedaba mucho fútbol en las botas. En un año consiguió todo, literalmente. Fue uno de los artífices del legendario y recordado Sextete, hazaña que solo han conseguido los culés y el Bayern de Múnich.
Silvina Ocampo escribió: «Escribo para que todos amen lo que yo también amo». Yo hoy escribo para que todos sepan que un día quise ser Thierry Henry. Aunque pensándolo bien, sigo queriendo ser Thierry Henry.