Es la recuperación semanal de la infancia. Ya no están tus protagonistas favoritos, pero sigue siendo la película que ves por debajo de la sabana para que tu madre piense que estás durmiendo. Hace unos años era tu saga predilecta, pero los personajes cambiaron y pasó de un 10 a un 6’5 en FilmAffinity. Messi y Cristiano se fueron como Moe echando a Barney de la taberna, por la puerta de atrás y sin compasión. Entonces nos creímos eso que dijo El Canto Del Loco: ya nada volverá a ser como antes. Y así es. Te haces mayor. Todo cambia a tu alrededor. Los ‘gigantes’ que veías en bachiller ya no son tan grandes. El café es el Cola Cao actual. Todo lo acompañas con cerveza y con un ‘pero bueno’ al final de cada frase. Xavi ya no está en el campo, pero sí en el banquillo. Ya no se escucha Viva la vida de Coldplay, pero si Despechá de Rosalía. Ya no está el duelo del argentino y el portugués, pero los bailes entre Vinícius y Araújo son mejores que los de Mamma Mia. El combate en el centro del campo es como ir a la discoteca; están los mayores: Kross, Busquets y Modric, quienes no se cansan de cantar. Después, los que acaban de cumplir la mayoría de edad: Gavi, Camavinga y Pedri, que salen como si no hubiera un mañana. La portería es lo único que mantiene su esencia, dos hombres con más garantías que Securitas Direct. «El goleador es siempre el mejor poeta del año» dijo Pier Paolo Pasolini. No sé si es el mejor, pero Kessié es el comandante más laureado de la ciudad condal. La película vuelve a coger color después de unos años en blanco y negro, aunque los blaugranas se siguen aferrando al género romántico: «Abrázame hasta que vuelva Messi».