El hombre que cambió la historia del fútbol español. Fue el artífice de la época dorada de la selección, puso el primer ladrillo de un templo que dominó el panorama mundial durante cuatro años. El carisma, carácter y la manera de entender el lance del juego le convirtieron en un genio incomprendido. Allá por donde fue dejó un legado. Luis Aragonés, el ‘Sabio de Hortaleza’.
28 de julio de 1938. En un distrito de la ciudad madrileña nacía un chavalín que iba a cambiar por completo la historia del fútbol español. Primero como jugador, militando en equipos como el Oviedo, club que le daría la oportunidad de debutar en Primera División contra el RCD Mallorca; el Betis, conjunto donde jugó 82 partidos anotando 33 dianas; y finalmente, en el 1964, llegaría al Atlético de Madrid, el club de sus amores. Allí fue donde despuntó su carrera, convirtiéndose en el cerebro organizador del ataque rojiblanco. Con él llegaron los títulos, consiguiendo en total tres Ligas y dos Copas del Rey. Finalmente, en el 1974, tras salir derrotado en la final de la Copa de Europa ante el Bayern de Múnich, decidió colgar las botas y dedicarse a los banquillos.
La huella de un sabio
«Ganar, ganar, ganar y volver a ganar». Esta fue la frase más característica de Luis Aragonés y la que definía su manera de ver el balompié. Su faceta de entrenador le llevó a ser un personaje irrepetible en la historia del deporte español. La manera de transmitir y la sabiduría que aportaba a los equipos que dirigía le convirtieron en un fuera de serie.
Su carrera en los banquillos fue digna de best seller. Empezó donde acabó su etapa como futbolista, en el Atlético de Madrid. Ahí agrandó su legado ganando su única Liga como entrenador, dos Copas del Rey y una Supercopa de España. Después de varias temporadas dirigiendo el plantel rojiblanco pasó por diferentes equipos de la Liga española: FC Barcelona, Espanyol, Sevilla, Oviedo y RCD Mallorca. Con este último consiguió el récord de puntos en toda la historia del club bermellón dejándolo en puestos de Champions League. De la isla a casa, Luis regresó al Calderón para devolver al Atlético a Primera División tras su descenso en el 2001. Como no podía ser de otra manera, el destino tenía preparado una historia de amor interminable. Ese mismo año, el Sabio de Hortaleza devolvió a los colchoneros a la máxima categoría.
La época dorada
Todo trabajo tiene su recompensa. Su paso por tantos clubes le convirtieron en un entrenador de categoría y eso desembocó en su salto a la selección española. Pese a ello, sus primeros años no fueron nada fáciles.
Los resultados no llegaban y la prensa hizo una campaña en contra de su continuidad como seleccionador. Le cayeron críticas por todos lados, ya que hizo un cambio generacional, dejando fuera del equipo a jugadores veteranos como Cañizares y Raúl González. Pero Luis sabía lo que hacía… cuando el loco se convirtió en genio, todos sabían que lo iba a lograr.
España se presentaba como una clara favorita en la Eurocopa de Austria y Suiza 2008 tras pasar como primera de grupo sin ningún tipo de problema. Las críticas se iban apaciguando con el paso de los días. La selección estaba repleta de estrellas: David Villa, Xavi Hernández, Iniesta, Fernando Torres… por ello, Luis aseguró: «Si yo no llego a la final con este equipo, soy una mierda».
Los cuartos de final ante Italia fue el punto de inflexión para el equipo. Superó la famosa «maldición de cuartos» que llevaba instaurada en la historia de la selección española varios años, todo ello en penaltis con dos nombres propios, Iker Casillas y Cesc Fábregas. En semifinales venció al conjunto ruso con un inapelable 0-3 y se presentaba en la final ante la todopoderosa Alemania.
Final. Estadio Ernst Happel. La historia estaba escrita. Un tanto de Fernando Torres en los primeros minutos de partido dio comienzo a la hazaña de una época dorada para los españoles. Se coronaron campeones de la Eurocopa y Luis Aragonés calló bocas en su último partido como seleccionador.
Por desgracia, siempre se van los mejores. El 1 de febrero de 2014 se marchó el ‘Sabio de Hortaleza’, y con él una historia que le contaremos a nuestros hijos y nietos. La mayoría de jugadores que estuvieron a sus órdenes le recuerdan como «un padre futbolístico». Don Luis Aragonés Suárez.
Y recordad, Pirlistas… hoy os quiero más que ayer pero menos que mañana.