Para los mallorquinistas el conjunto hispalense es una mezcla de sentimientos. Muchos recordarán aquella ‘Mano de Dios’ de Manolo Reina que dio media salvación a los bermellones; a su vez, muchos son los que estuvieron aquella noche presenciando desde los marcadores de Son Moix aquel gol de Rodri en Almería, tanto que dejó al Mallorca fuera de Champions. Los ‘casi algo’ siempre duelen.
Víspera de verano. Las noches de mayo en Mallorca suelen ser buenas, cada vez los días son más largos y calurosos. Pero aquella noche en Son Moix cayó un jarro de agua fría encima del mallorquinismo.
Jornada 38. Temporada 2009-2010. Cuando los cromos no valían un ojo de la cara y te podían tocar míticos como Munitis y Zigic. El RCD Mallorca y el Sevilla FC se disputaban el cuarto y quinto puesto. El conjunto de Nervión dependía de sí mismo, ya que iba un punto por encima de los insulares. El equipo comandado por Gregorio Manzano recibía en casa a un Espanyol ya salvado y el Sevilla visitaba al Almería en ‘Los juegos Mediterráneos’.
El Mallorca mató rápido su partido. Controló el encuentro con un tanto de Víctor Casadesús en el 24′ y con la sentencia de Mario Suárez en el 78′. Lo malo de hacer los deberes tarde, es que el profesor te acaba pillando. El conjunto bermellón venció, pero debía esperar la victoria de un Almería que no se jugaba nada. En el 15′ de partido llegaban malas noticias por radio, Kanouté había puesto el primero del partido (0-1). Justo antes del descanso, el mallorquinismo empezó a soñar con el milagro tras el empate de Soriano en el 43′(1-1). El partido en Son Moix se estaba haciendo eterno y todos estaban pendientes de lo que pasaba en territorio andaluz.
Ya en la segunda mitad, el Mallorca se acordó de toda la familia de Chico, ya que un tanto en propia meta volvía a sacarlos de la zona de Champions (1-2). Cuando todo parecía estar en calma, llegó la esperanza en forma de gol, Juanma Ortiz ponía el 2-2 en el 78′ y con ello la euforia de una afición que ya coreaba el himno de la Liga de Campeones. Finalizó el partido en Son Moix y solo quedaba esperar. En ese momento, el empate les metía en la mayor competición europea. Sentados en el centro del campo y con Nunes sosteniendo una botella de champagne en sus manos, los jugadores y cuerpo técnico esperaban a que finalizara el partido en Almería.
Desgraciadamente, el destino le tenía guardado una hazaña a un joven canterano del Sevilla. Aquel chavalín, de cuyo nombre no quiero acordarme, remató con una acrobacia un balón de Squillaci al fondo de las mallas, para certificar así el pase ‘in extremis’ del conjunto de Nervión a la UEFA Champions League.
Aquella noche se apagó la luna en Mallorca pese a morir como un grande, de pie y con el cuchillo entre los dientes. Duchita, un poco de desodorante, dos palmaditas en el pecho y a seguir. Hoy se ven las caras en el Ramón Sánchez-Pizjuán, oportunidad de oro para conseguir el tan ansiado objetivo de estar un año más en la máxima categoría.
Y recordad, Pirlistas… hoy os quiero más que ayer pero menos que mañana.