Argentina: Ya la tiene, ya la tienen.
La selección Albiceleste se consagra campeona del mundo tras vencer a Francia en un encuentro agónico. Seis goles, tres penaltis, mil infartos, atajadas que valen títulos… Leo, el primer beso nunca se olvida.
Ayer vivimos el mejor partido de la historia de los mundiales. Ni el mejor guionista del mundo del cine hubiera creado esta apoteósica final. Ni la persona más crédula del mundo se hubiera creído lo que pasó en el estadio Lusail. Ni el más loco se hubiera inventado algo tan disparatado… ¿Cómo os cuento yo ahora lo que viví ayer? Solo sé que llega a ser España y hoy no estoy aquí para contarlo.
Era una tarde de invierno. Acabas de comer y tienes el gusanillo de que hoy hay fútbol, no está tu país, pero está Leo, está el hombre que te hace disfrutar con tan solo verlo. A sus espaldas, el mejor reparto posible. Rodrigo de Paul, el guardaespaldas. Di María, el ángel. Dibu Martínez, el villano que al final de la película se convierte en bueno. Julián Álvarez, el joven ‘Spiderman’. Enzo Fernández, el correcaminos. Mac Allister, no necesita apodo, su propio nombre es digno de protagonista de una película de Steven Spielberg. Papu Gómez, el David Beckham argentino. Nahuel Molina, Romero, Otamendi, Tagliafico, Acuña, Paredes, Lisandro… los gladiadores. Scaloni, el profesor. Todos ellos a por el mismo objetivo, la cima del mundo, su inconveniente, Francia.
Todo transcurría con cierta facilidad, en el Estadio Lusail se escuchaba cumbia argentina, sonaban ‘Los Palmeras’, ‘Amar Azul’, ‘Siete Lunas’, ‘Los Ángeles azules’… y no es para menos, el conjunto argentino se puso 2-0 a la media hora de partido, con un gol desde los once metros del ‘Mesías’ y con otro tanto de Ángel Di María tras una gran asistencia de Alexis Mac Allister. Hasta aquí todo bien. La segunda parte seguía con el mismo guion que la primera, Argentina manteniendo el esférico y Francia sin sentir ni padecer. Pero esto es fútbol, Pirlistas. Una jugada aislada sin ningún peligro acabó en penalti de Otamendi a Kolo Muani que supuso el primer gol de la tricolor y el primero en la cuenta de Mbappé (2-1). En ese momento los franceses abrieron Spotify, se colocaron los cascos y pusieron la Marsellesa, y además, en bucle. No había sonado ni la introducción del himno francés y Kylian ya había puesto el empate en el marcador con una volea sublime digna de un jugón (2-2). Él no mete goles, mete chicharros. Estos dos minutos frenéticos provocaron la prórroga.
Sudores fríos, por el pecho y por la espalda recorrían en todos los espectadores de aquella prórroga. La tanda de penaltis se iba acercando poco a poco y con ella, las ambulancias a las casas de argentinos y franceses que padecían problemas cardíacos. Ahí apareció una vez más Lionel Andrés Messi Cuccittini, que se negaba a jugarse su sueño en la lotería de los penaltis. Tras una jugada magnífica del conjunto Albiceleste y tras una gran parada del guardameta francés, ahí estaba el ’10’ con la caña preparada para mandar la bola para dentro (3-2). No podía pasar nada más, Argentina tenía una mano en la copa, los franceses se lamentaban con lágrimas en los ojos mientras que la hinchada argentina gritaba su famoso cántico, ‘en Argentina nací, tierra de Diego y Lionel’… pero esto es una final, y aquí nadie regala nada, y menos Kylian Mbappé, es el típico amigo que aparece en tu cumpleaños y te dice que el te regala su compañía cada día. Una mano de Montiel dentro del área supuso el penalti que empataría el partido y que sumaría el tercer gol en la cuenta del francés (3-3). No, aún no nos vamos a penaltis. Minuto 123’, Kolo Muani, Dibu Martínez, dos hombres y un destino. El joven francés se quedó mano a mano y cuando toda Francia cantaba el gol una pierna milagrosa del arquero argentino apareció para salvar a todo un país. A todos los españoles se nos vino a la cabeza el pie de Iker en aquella final del 2010… Paradas que valen títulos.
Ahora si, penaltis. Los mismos protagonistas. Dibu paró y esperó a que sus compañeros abrieran el camino al título, y así fue. Tras dos penales fallados por los franceses y cuatro acertados de los Albicelestes convirtieron a Argentina en… CAMPEONES DEL MUNDO.
Tras un mes, 64 partidos y mil emociones, ya la tiene, ya la tienen. Leo finaliza sus citas mundialistas con el título que todo jugador ansía tener, pero no es eso lo que nos quedamos de él, nos quedamos con sus goles, asistencias, regates imposibles y sobre todo lo que más le caracteriza, su humildad. No veo mejor forma de acabar este artículo tan importante que con sus palabras tras finalizar el encuentro:
Argentina, la concha de su madre, somos campeones del mundo
Lionel Andrés Messi Cuccittini
Si no se sufre no vale.