Estados Unidos, 1931. Bonnie Parker y Clyde Barrow formaron una de las parejas más legendarias en el mundo de la delincuencia estadounidense. Tras robos, crímenes y una gran historia de amor, la pareja fue ajusticiada por cinco agentes después de 160 disparos. Alemania, 2007. Franck Ribéry ficha por el Bayern de Múnich. Dos años después, aterriza en el conjunto bávaro su compañero de crimen, Arjen Robben. Juntos nos robaron el corazón, acribillaron a sus rivales y construyeron una de las duplas más temidas del mundo. ¿Qué fue lo único que consiguió abatirles? El tiempo.
Su debut juntos se puede resumir en una frase de Katherine Mansfield: «El placer de leer es doble cuando se vive con otra persona con la que compartir los libros». En aquel encuentro ante el Wolfsburgo, Franck Ribéry le regaló dos asistencias a Arjen Robben, dejando claro que el placer de marcar es doble cuando tienes a alguien con quien compartir los goles. Ese día nació la dupla ‘Robbery’, cuya traducción al español es ‘robo’. Qué mejor apodo para aquellos saqueadores del área.
Como toda buena pareja, Arjen y Franck tenían dos personalidades muy distintas que se complementaban a la perfección. El neerlandés jugaba sonriendo, hilaba regates como quien cose un jersey navideño y corría como si le fueran a cerrar la puerta de embarque en el aeropuerto. En el caso de Ribéry, lucía aquella cicatriz que le convertía en el antagonista de la película, pero en el protagonista de nuestras vidas. Tras superar un accidente a los dos años, cien puntos de sutura en la parte derecha del rostro y bullying en el colegio, el francés se convirtió en el ejemplo a seguir de todos los jóvenes y forjó un carácter indomable para ser uno de los mejores jugadores del mundo.
El final de aquella dupla fue acorde a la trama. Los directores de cine nos tienen acostumbrados a los giros de guion en el último momento, pero la película de Robben y Ribéry se merecía un final feliz. En el año 2019, la pareja decidió marcharse a la vez de conjunto bávaro, como si la vida en Alemania no tuviera sentido el uno sin el otro. Entre los dos marcaron 264 goles y regalaron 284 asistencias, pero más allá de las estadísticas, su carrera nos dejó una sabia lección: la vida en pareja sabe mejor.